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Lo mejor del teatro en 2020 que seguirá en 2021

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Los más escépticos dirán que el año no ha terminado. Que el Covid 19 no se ha llevado aún todas las vidas que se llevará y que la crisis económica arreciará con mayor vigor en los próximos meses. No estamos aquí para hablar de las penurias de un año catastrófico para muchos, sino para reflexionar sobre lo mejor del teatro en 2020 que seguirá en 2021.

Sin duda, lo más significativo ha sido la llegada y aceleración en quinta velocidad de la era digital para las artes escénicas que ha repercutido en la creación de un archivo para la permanencia del teatro, así como la búsqueda de nuevos lenguajes y formatos.

Si bien hasta principios de 2020 el teatro se había apropiado de la digitalización mediante los canales de venta y comunicación, la proyección de las obras en streaming o virtuales era un camino no recorrido.

Un teatro pregrabado

Teatroteca coronavirus obras de teatro gratis

Los primeros pasos –en español– los dio la plataforma argentina Teatrix, creada en 2015 con la intención de llevar a los hogares obras de teatro online. La web daba una respuesta a los nuevos hábitos de consumo on demand, mostrando obras pregrabadas. Por supuesto, han dado un salto increíble este año, convirtiéndose en referencia de este formato.

Iniciado el Estado de Alarma en España, el Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música (CDAEM), unidad dependiente del INAEM y, a su vez, del Ministerio de Cultura, hacía lo propio al liberar al ojo público y gratis un catálogo de más de 1.500 obras de teatro pregrabadas en Teatroteca.

El Teatro Real, con inyección de capital público y privado, se apoderó de los hogares a través de My Opera Player, lanzada en noviembre de 2019. La pandemia llegó en el momento en que ya se podían descargar las obras en dispositivos Android y iOS. Es decir, no solo te las llevas a tu casa sino a donde quieras. El portal permite ver representaciones de ópera, danza, conciertos y espectáculos infantiles y juveniles con producciones del Teatro Real y teatros asociados como el Gran Teatre del Liceu, el Gran Teatro nacional de China, el Colón de Buenos Aires o el Teatro san Juan Bicentenario de Buenos Aires.

A estos proyectos virtuales le han seguido las propuestas de cientos de compañías que han liberado sus obras (gratis o no) en sus propias plataformas. Entre los casos de éxito se pueden nombrar Teatro Abadía (España), que combina formatos; Timbre 4 (Argentina), cuyos ingresos los hace “a la gorra online”; Trasnocho Cultural (Venezuela), que apuró un equipo de producción para ver las obras con gran calidad; y Deca Teatro (Colombia). Las obras de estas compañías y grupos están aún disponibles online y parece que seguirá así por un buen tiempo.

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La creación de un archivo teatral

La bondad de las pregrabaciones y la subida de material, si bien implica unos costos muy elevados –tanto es que las primeras propuestas han sido de las más grandes compañías o centros culturales del mundo–, también presume de generar un archivo importante del acto escénico, algo que en la mayoría de los países de América Latina no se habían detenido a trabajar, hasta ahora.

El hecho presencial, vulnerado esta vez por un virus y no por la censura, como ocurre en épocas de dictadura, se ha visto en la necesidad de buscar la manera de dejar huella.

Las grabaciones constituyen así un punto a favor de este trauma que permitirá a las generaciones futuras entender el teatro que se hace hoy.

El laboratorio del multiformato y multilenguaje

En 2020, la mayoría de los grupos se han lanzado a producir y producir con pocos recursos y apresuradamente dadas las circunstancias. Con lo cual, el formato pregrabado mutó rápidamente a nuevas representaciones en las redes sociales con el teatro streaming cuya diferencia con el pregrabado es el en vivo o directo de la muestra– en Zoom, YouTube, Instagram o hasta Whatsapp, donde la actuación no requiere (casi) de método ni mucho menos ensayos de meses.

Muchas de las obras fueron el resultado de la necesidad inmediata de hacer y no del trabajo continuado y paciente que suelen requerir los montajes profesionales. De este modo, la calidad de la obra ha dependido de la experiencia y habilidad del actor que se quedaba solo, en un acto increíblemente íntimo.

En 2021, seguirá este experimento. Lo iniciado en el año anterior, buscará nuevos laboratorios y exigirá rigor y nuevos protocolos que aún se están ensayando.

Desde las nuevas reglas para los nuevos escenarios virtuales, los protocolos de acceso, el entendimiento del multilenguaje y multiformato, hasta la capacidad de llegar y emocionar a un público separado por una pantalla y kilómetros de distancia. Ese mismo público/usuario que ahora tiene la posibilidad de comer y beber mientras ve la obra (antes no), de hacer fotos durante la representación (antes no) y que con darle click a un botón puede mandar a la mierda al actor.

Así, el teatro del 2020 que seguirá en 2021 implica un reto y un compromiso mayor para con el público que ha mutado junto con el formato. Hará falta, entonces, una reflexión más profunda y arriesgo en la pedagogía de los encuentros teatrales. ¿Cómo lo hacemos? ¿Quién nos ve? ¿Qué quiere ver o escuchar el espectador? ¿Me quiere hablar? Ya no es la cuarta pared la que se ha roto, sino todo el coliseo. Hemos entrado a la casa del público.

Informe lejía

Pero además, se replantea la construcción del montaje desde sus diversas áreas. ¿Cómo trabajan los departamentos de arte y producción? ¿Cómo es el lugar donde se graba? ¿Es un estudio, una casa o la calle? Se crean nuevos mapas de movimiento que incluyen el baile o la interacción con un dispositivo electrónico o una cámara que es un actor más, y se construye desde los espacios íntimos.

Esta existencia de lo ficcionado dentro de lo real, la permeabilidad de lo escénico y lo digital, que raya en la docuficción cinematográfica pero no llega a ser esta, se convertirá en un género per se que seguirá investigándose en los meses venideros.

Como decía, el dramaturgo Kleber Lluis Bosque en Los ingleses dicen Calm! solo los interesados en seguir indagando en la experiencia digital lo harán, las demás propuestas, morirán. Y veremos crecer un nuevo teatro marcado por las generaciones Z y Alpha y los nuevos hábitos de consumo.

Pero también sobrevivirá, sin duda, aquel teatro que apele a sus valores y esencia, el mantenimiento del rito como fundamento de lo escénico y la verdad en el hecho teatral, como las grandes historias.

Debate virtual: El futuro del teatro

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