La Zaranda critica el “teatro que deja de tener alma y es solo ocio”

Ver las obras de La Zaranda es un delirio. Pero también lo es escuchar a Paco de la Zaranda, su director, y Eusebio Calonge, dramaturgo, hablar de teatro. Combinar esto es una experiencia llena de arte y corazón.

En El-Teatro tuvimos la oportunidad de conversar con estos dos creadores, dupla infalible de la compañía que, desde sus inicios en Jerez de la Frontera en 1978 no ha parado de hacer teatro. Esta vez, el telón está abierto para ver a seis actores convertirse en desparpajos vivientes en el Teatro Español, en la obra El desguace de las musas. 

La Zaranda – Teatro Inestable de Ninguna Parte – presenta desde este miércoles 22 de mayo hasta el domingo 9 de junio, una crítica al “teatro que deja de tener alma y termina siendo solo ocio, como un programa de televisión”, como dice Calonge.

Ha indicado que la obra es una crítica a la realidad actual que viven las artes escénicas, “que están ahora en letargo”.

“La obra hace hincapié en cómo el propio teatro está tratando con verdadera crueldad a sus creadores,  convirtiéndose en una maquinaria de captura de público desde la taquilla,  desde un punto de vista financiero y mercantil”. Solo hablar pone la piel de gallina. No hace una crítica solo al establishment o las empresas o al gobierno, sino al propio gremio teatral que se hunde bajo los pies de los primeros por figurar.

Calonge además explica que la compañía tiene inquietud sobre cómo han desaparecido muchas compañías.

“Todo está avocado a la producción y no impera la calidad creativa,  ni el encuentro humano, sino la vigencia comercial de un producto”.

El desguace de las musas se ubica en un viejo y andrajoso cabaret del barrio chino de Barcelona, donde seis actores y cantantes tratan de sobrevivir a la degradación del teatro.

“El desguase de estos personajes está planteado desde el dolor y el trabajo de estos artistas para cruzar este infierno, y si no se baja a los infiernos es muy difícil crear algo”, dice Calonge.

El dramaturgo, que ha firmado todas las obras de la compañía, ha apuntado que echa de menos un teatro de épocas anteriores. “Es un teatro que extraña el teatro de nuestros padres”. También desta el crecimiento de compañías jóvenes.

“Es un ciclo, en ese sentido soy optimista porque creo que lo que estamos viviendo es una reestructuración. Hay letargo pero también esta gente nueva que van a estar siempre abriendo a la creación, con todo el sentido de la belleza y la poética que nace con cada hombre”.

Paco de la Zaranda ha definido la obra como su primer trabajo en tecnicolor. En escena se observan telas doradas, brillos, colores andrajosos pero que se adecuan al ambiente de miseria, con los grises y tonos opacos que caracterizan sus montajes.

Explica que la pieza es una denuncia pero que les ha servido a la compañía para usar elementos diferentes, como ese tecnicolor y el cromatismo.

“He recordado cuando apareció por primera vez el tecnicolor y me llamaba mucho la atención, siempre había querido hacer teatro tecnicolor y yo creo que lo he logrado”. Aunque no deja de lado el esperpento que caracteriza a La Zaranda.

Esta vez es una coproducción entre la compañía, el Teatro Español y el Teatre Romea.

De lo frívolo a lo trágico

Los actores Gabino Diego, Inma Barrionuevo, Francisco Sánchez, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y María Ángeles Pérez-Muñoz, se convierten en personajes “andrajosos y remendados para lograr un teatro del género frívolo que se convierte en trágico”, como ha dicho De La Zaranda  quien tendrá una participación especial en escena.

“No me gusta hablar de los personajes porque no es agradable hacer teatro, cuando estoy en el escenario sí, pero se sufre”. En relación a la figura del director, dice que “está en segundo plano y lleno de silencios y vacíos”.

El elenco ha explicado que todos los personajes son “fracasados”. “Son las caras del fracaso que sobreviven este mundo teatral, han querido llegar a algo pero no han llegado a nada”, dice Barrionuevo, quien interpreta a una vedette.

Pérez-Muñoz coincide en que “son personajes acabados”. “Ellos se amarran al arte para ver la luz, pero no se sabe si lo consiguen. En mi caso, me toca cantar. Pero cuando ellos quieren y cómo ellos quieren. Soy el último mono del cabaret”, ha dicho la actriz a quien corresponde tocar el piano en escena.

Finalmente, De la Zaranda ha aprovechado para bromear sobre su experiencia y sobre la necesidad de la compañía de hacer un teatro que conmueva: “A mi no me gusta hacer teatro”

“El teatro es algo que te arrastra, yo posiblemente no tuve la posibilidad de hacer otra cosa y de pronto te vez metido en esto. Aunque sé hacer otras cosas como cambiar una bombilla”.

“Estoy soñando con el milagro del teatro, que no solo sea algo inexplicable cuando el actor, el autor o el director desaparecen, sino cuando el público deja de tener conciencia de que es público y se funde en algo maravilloso”.

La compañía también viajará este año con la obra a Brasil y México, países en los que han estado en diferentes festivales; y por primera vez se presentarán en Japón.

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