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Matilda Corral: “El teatro es mi pasión, mi motor de vida”

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“El teatro trata de hacer presente lo ausente”. Peter Brook

Con esta frase del director teatral Peter Brook presento a Matilda Corral, una de las voces del teatro venezolano, que por más de 20 años se ha dedicado a las artes escénicas. Es actriz, directora y coach de actores, estudiando en Caracas en el Instituto Universitario de Teatro (Iudet)  y en Nueva York en el Actors Studio Drama School, mención actuación. Fundadora del Gimnasio de Actores, en el cual se han formado  miles de actores, actrices, directores y dramaturgos. Como ejes fundamentales como la optimización de la técnica, la disciplina, además de la investigación y la exploración de técnicas.

En su faceta como directora ha presentado las obras La Duda y No Hay Barcos en Chacao en versión de la obra Danny and the Deep Blue Sea ambas de John Patrick Shanley. Cloud Tectonics de José Rivera, Virtual Reality de Alan Arkin, Guantánamo: Honor Bound to Defend Freedom de Vitoria Britain y Gillian Slovo; entre otras.

Se desempeña como coach de actores para cine en la Villa del Cine y de forma independiente. Como actriz de cine ha estado en la películas venezolanas: El Caracazo de Roman Chalbaud, El Hospital de Geyka Urdaneta, Jesús TV de Héctor Orbegoso y Gastón Goldman, Las Caras del Diablo y Último Cuerpo de Carlos Malavé.

La labor y el trabajo de Matilda Corral son un referente cultural en la actualidad en Venezuela, cuya importancia destaca en la enseñanza para el desarrollo de la creatividad, la interpretación, la memoria, habilidades expresivas y personales, todas estas capacidades muy indispensables para preparación de actores, actrices, dramaturgos y directores.

Por ello desde El-Teatro queremos profundizar en su trabajo como directora, coah y actriz. Sobre sus inicios, formación, enseñanzas y perspectivas de la escena actual.

Matilda Corral en su propia voz

– ¿Cómo te iniciaste en el mundo de las artes escénicas? Tuviste influencia familiar, cómo fueron esas primeras experiencias con el teatro (espectadora, tomando clases, leyendo obras).

Mi pasión por el teatro nace desde niña, en la casa de mis abuelos. En las reuniones familiares de los domingos, cuando inventábamos pequeñas escenas entre primos. Las sillas organizadas en el traspatio, el olor a cotufas, preparábamos el espacio utilizando las cosas que mi abuela guardaba allí. Era un cuarto enorme, -o tal vez yo lo veía enorme de tan chiquita que era entonces-, donde guardaban maletas, unas sobre otras… Un lugar mágico donde cualquier cosa podía ocurrir.

Además, mis padres nos llevaban al teatro. Tengo bellos recuerdos del teatro Tilingo, en la avenida Andrés Bello. Y como si fuera ayer, conservo fresca en la memoria una canción preciosa de una obra para niños que hizo Rajatabla, El reino del revés. También íbamos a las obras de los festivales internacionales que organizaba el Ateneo de Caracas; a las óperas y los conciertos de los domingos en la mañana, en el Aula Magna. Y estudié piano con profesoras muy queridas, María Dolores García Aragonés y Valentina Tejera. Todo eso fue sumando.

– ¿En qué momento sentiste que el teatro era a lo que te querías dedicar? Siendo actriz, profesora, directora.

Creo que tomé la decisión desde que estaba en el colegio el Peñón. Desde que me coleé en una presentación de un acto escolar, donde actuaba mi hermano.
Luego, en el Emil Friedman, tuve la oportunidad de actuar y dirigir obras de mi autoría. Allí supe que sí era posible.

Allí descubrí el efecto transformador que tiene el teatro, no solo en mí: la escena viva produce un ineludible impacto en las personas.

– Experiencia previa y posterior antes de estudiar en Actors Studio Drama School.

Matilda Corral actuando junto a Jeneffa Soldatic en la obra “Esperando a Godot” en el Circle of the Square en Nueva York.

Estudié en lo que hoy es Uneartes. Allí me licencié en Actuación. Y me fui haciendo de muchos maestros aquí en Venezuela, que admiro y respeto muchísimo: Santiago Sánchez, Lupe Gehrenbeck, Carlos Paolillo, Javier Vidal, Miguel Issa, Leyson Ponce, Angélica Escalona, Verónica Artigas y Diana Peñalver. A ellos les debo mi vocación. Son todos unos profesionales serios, comprometidos con el teatro y amorosos con el país.

En Nueva York estuve 4 años. Guardo bellos recuerdos del master que hice allá, maestros y amigos que aún conservo. Ellos me ofrecieron el acceso a las teorías que hoy enseño, y el aprecio y respeto a la profesión, al trabajo comprometido, honesto y la búsqueda de la verdad en la escena.

Mi formación es la conjugación de ambas experiencias. De las que estaré muy agradecida siempre. El Gimnasio ha sido mi manera de devolver el tesoro recibido.

El nacimiento del Gimnasio de actores

– De regreso a Venezuela y creación del Gimnasio de actores ¿Cómo surge este espacio y cómo llega a concretarse a lo que es hoy?

El Gimnasio de Actores nace de una promesa que hice a Juan Bautista La Salle, en tiempos en que me costaba mucho empeño lograr continuar con mis estudios. Le prometí compartir lo aprendido en Nueva York. Y pues acabamos de cumplir 17 años de actividad continua. Tengo que decir que se requiere mucha perseverancia para mantenerse fiel al compromiso de enseñar.

En el gimnasio nos distinguimos porque damos merecida importancia al conocimiento en profundidad, a la investigación y exploración de las distintas teorías de la actuación, a la lectura de obras de teatro y a la dramaturgia propia.

Las sesiones permanentes, que han sido el plato fuerte del Gimnasio, son un espacio de entrenamiento, que permite mantener el instrumento a punto, afinado. Digamos que es un espacio de libre exploración y ejercicio que sirve a los actores como al atleta le sirve entrenar en su gimnasio. Durante muchos años contamos con los espacios del Banco del Libro y de la Sala Cabrujas. En los últimos años, las sesiones tienen lugar en un bello patio de mi casa en Los Chorros, lo que nos ha permitido trabajar al aire libre en tiempos de pandemia.

Lupe Gehrenbeck, vicepresidenta del Gimnasio en Caracas, ofrece sus talleres de exploración metodológica, que diseña “ad hoc” para el teatro que hacemos: nos invita a asumir concienzudamente la potencia expresiva de lo visual en el teatro y nos propone entender la responsabilidad social que se ejerce cuando nos atrevemos a contar nuestras propias historias. Muchos de los artistas de teatro participantes, se han atrevido por primera vez a escribir sus propias historias en sus talleres, hasta llevarlas a escena y mostrarlas al público. Estos talleres anuales, que abordan temáticas diversas, han sido una maravilla para todos. Incluso para mí.

 fundamos un espacio en Madrid bajo la valiente coordinación, y con el talento y la generosidad de dos jóvenes creadoras, Andreina Salazar y Ana Lucía Salamanca, formadas en el Gimnasio.

Actualmente, el Gimnasio ofrece varias modalidades de formación:

  • Las sesiones continuas (martes y miércoles de 5:00 a 8:00 pm).
    Este es un espacio de largo aliento, donde se espera que el actor permanezca de uno o dos años. Del trabajo hecho durante un año, producimos muestras de escenas y monólogos dirigidas a directores de cine, de casting, de teatro e incluso donde invitamos a estudiantes de cine tesistas que necesiten actores. En este espacio no se pretende dirigir al actor, sino ofrecerle herramientas y entrenamiento. Como su nombre lo indica, es un gimnasio, donde el actor viene a hacer lo suyo, su tarea, antes y después de sus ensayos con el director y el elenco, o de los llamados en la película que esté rodando. Ofrecemos un espacio libre que es innegociable, necesario para la creación.
  • El taller de momentos privados, donde trabajan la creación de personajes basados en un ejercicio que hemos desarrollado a partir de lo propuesto por Stanislavski, al que llamamos “momentos privados del personaje intervenidos”. El ejercicio es de una eficiencia impresionante: consiste en traer un momento del personaje, -que el actor esté trabajando en su producción teatral o para su próxima película, por ejemplo-. Un momento en el que el personaje realiza una actividad específica, vinculada con su conflicto. Y es allí donde sucede la magia: el momento privado lo intervenimos bien sea con otro personaje o a través de algún objeto que se coloca en el espacio, de manera de obligar al personaje a tomar decisiones, que han de surgir de forma orgánica en reacción a lo imprevisto.

“Este ejercicio ofrece resultados sumamente interesantes, en tanto ayuda al actor a comprender las circunstancias de su personaje. De suerte que es parte del trabajo de investigación que desarrollo para el doctorado en Humanidades, cuya tesis versa sobre El Gimnasio de Actores y nuestra manera de enseñar, que son viva expresión de nuestra idiosincrasia, de nuestra venezolanidad”, enfatiza Corral.

Y en Madrid ofrecen las Sesiones continuas, que coordinan Andreina y Ana Lucía; y las Sesiones continuas online, donde coinciden y se juntan alumnos de todas partes del mundo, lo que ofrece una rica diversidad que es sumamente nutritiva. Estas sesiones las coordinamos en conjunto las dos sedes, Caracas y Madrid.

También ofrecemos talleres anuales, además de los dictados por Lupe, con invitados internacionales y miembros de Actor Studio de NYC.

– Eres actriz, directora y coach. ¿Cómo fusionas esas tres áreas, te gustaría incursionar en otras áreas de las artes escénicas?

Cada área la asumo por separado, porque cada una requiere de tiempo y dedicación para poder hacerlo bien. Me gusta alternar los oficios. A veces actúo y otras dirijo. Lo único permanente son las clases. Las del Gimnasio y también las que ofrezco en la Escuela de Artes, Departamento de Artes Escénicas, UCV, donde soy profesora instructora de la cátedra de “Historia de la Puesta en Escena”, el “Taller de Actuación” y el “Taller de Dirección”. En las tres materias combino la teoría y la práctica.

– ¿Me podrías explicar la importancia de la figura del coach actoral ?

El coach en el cine es una pieza importante. Yo diría que hasta indispensable. Es el o la especialista que ayuda a la actriz/actor a encontrar el arco dramático de su personaje, a entender sus circunstancias y fundamentalmente, a decidir las acciones dramáticas que están sugeridas en el texto. En el caso del cine este trabajo es clave porque las escenas se graban por lo general, de forma desarticulada y esto impone un rigor particular y preciso en la ejecución. Un trabajo que no compite de ningún modo con la dirección de la película u obra de teatro, sino que ayuda a dar profundidad, sentido y complejidad a la interpretación.

Lo que hace el coach con el actor de cine, a similitud de lo que hace el maestro en el Gimnasio, es lo que Declan Donnellan llama “el trabajo invisible”.

Sueños por cumplir

Obra “Bolívar Coronado” de Lupe Gehrenbeck . Jorge Roig, José Gregorio Martínez, Ana Lucia Salamanca, Matilda Corral, Jariana Armas, Andreina Salazar Teo Gutiérrez, Saul Mendoza y Sareni Siplenko

– ¿Si te dijera que te puedo cumplir un deseo asociado a proyectos teatrales en Venezuela que me pedirías?

Pediría muchas salas pequeñas en manos de los grupos de teatro. Salas de 50 o 100 butacas, que ofrezcan la flexibilidad que requiere el trabajo creativo. Pienso que los artistas debemos tener no solo acceso sino control de los espacios donde trabajamos. Por eso estamos llamados a la creación de espacios alternativos donde efectivamente podamos hacer nuestras obras, sin estar obligados a transitar por tanta burocracia, censura o negociaciones que en nada nos benefician.

Estando en control de nuestros espacios, los artistas podemos hacer que nuestro teatro florezca, en toda la diversidad que tiene.

Y si me permites otro deseo: escribí un musical sobre la vida de Conny Méndez. Una mujer fascinante y temeraria que merece ser recordada por todas. Me gustaría producirlo, subir el telón.

– ¿Qué personajes del teatro universal te gustaría hacer y por qué?

De Shakespeare, me gustan mucho sus comedias y sus personajes tan pegados a la tierra, que sufren y aman intensamente: Catalina de La fierecilla domada, Beatriz de Mucho ruido y pocas nueces, Phebe de la obra Como gustéis… De José Ignacio Cabrujas me encanta María Luisa, Pío Miranda, Elvira y Plácido de la obra El Día que me quieras. También me gustan varios de los personajes de: El americano ilustrado, Venezuela barata y Una Noche Oriental.

De Henrik Ibsen me atrae el personaje de La Dama del mar, y de O´Neill, la obra El Mono Peludo. De Tennessee Williams me encanta Serafina, de su obra La rosa tatuada, La dama de la loción de Larkspur, ese es un personaje que me gustaría hacer.

Me encanta también el ángel en la obra de Lupe Gehrenbeck, El Ángel de la Guarda y Minnie de su obra Atrapen a Minnie. Theresa Rebeck es otra autora que me atrae mucho y por supuesto Caryl Churchill, su obra Top Girls, sobre todo los personajes del primer acto. Y como directora son también otras tantas obras, las que me gustaría dirigir. El teatro es mi pasión, mi motor de vida.

Lee también: Mujeres pioneras de la dramaturgia venezolana 

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