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No al sufrimiento: Procesos de trabajo con El Recuerdo del Futuro

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Por Camila Rodríguez. Miembro de El recuerdo del futuro.

Queremos rescatar lo que se nos ha perdido, redactar todos los artículos de Wikipedia sobre teatro venezolano, gestionar nuestra cuenta de Instagram con coherencia, revisar cada esquina de la Biblioteca Nacional, editar el documental para que nada quede por fuera, luchar contra cualquier proceso burocrático, entrevistar a cada maestro que nos encontramos en el camino y sobre todo queremos ser más sinceros que correctos. Queremos llegar a la luna. Pero, ¿Cómo lo logramos todo sin sacrificar nuestra vida y nuestra cordura?

Investigación, sinceridad y amor

¿Cómo se forma un grupo?

Creo que para comenzar nos sirve entender que cuando El recuerdo del futuro se reunió por primera vez, se trazó una línea espiritual entre sus integrantes, donde nos comprometimos fielmente con una causa que para nosotros es muy importante. En este sentido, pienso que lo más importante en un grupo es tener claro su objetivo: ¿A dónde queremos llegar, qué queremos lograr?

En El recuerdo, tenemos un compromiso inmenso con la memoria. Nuestro objetivo es salvaguardar el registro de cada paso que escribe nuestra historia del teatro venezolano y nos aferramos a este objetivo con vehemencia. De esta forma tenemos un código de lealtad con nuestro objetivo en el que cada quien entiende lo importante que es cumplirlo. En torno a esto nos enfrentamos a las millones de posibilidades para llevar a cabo nuestro objetivo.

1.- Investigación:

En esencia, somos un grupo de investigación, eso quiere decir: leemos mucho. También quiere decir que la información es nuestra mayor enemiga pero también es nuestra arma más valiosa. Sucede en estos tiempos virtuales que es muy sencillo conseguir mucha información… o muy poca. A veces tenemos una casa entera con material por revisar y otras veces no tenemos ni una página web. Es aquí cuando llega la angustia, nos pasa que nos indignamos si no conseguimos información sobre algún actor o también nos pasa que nos ponemos muy tristes cuando tenemos que discriminar la información. Es que todo nos parece importante y nos genera dolor excluir datos. No nos adaptamos a la frialdad investigativa.

El proceso de investigación es increíblemente duro y a veces aburrido por naturaleza. Entendimos, en algún punto de nuestro camino, que debíamos encontrar maneras creativas de hacer llegar la información, de hacer relucir lo importante de la memoria. Empezamos a transformar páginas y páginas de historia en películas, en obras de teatro y poesía. Somos como unos ratones de biblioteca que de noche tienen apartado un trampolín en el circo.

2.- Sinceridad:

En el mundo de los ratones circenses de El recuerdo del futuro todos somos hacedores de teatro, eso quiere decir que navegamos en una balsa en la que hay alguien en cada esquina remando con las manos. Cuando sentimos la balsa un poco estable, nos reunimos en el centro y planeamos nuestras actividades del año. No siempre estamos todos, algunos se tienen que quedar remando en su esquina.

Navegamos en esta balsa donde no podemos dejar de remar en ningún momento, así que estamos obligados a ser grandes marineros y hacer todo lo que queremos hacer sin que se nos hunda la balsa. Entonces con una mano leemos el libro mientras la otra la tenemos metida en el agua, se nos hunde la balsa, con un pie escribimos el artículo mientras chapoteamos con la espalda, se nos hunde la balsa, con una cabeza producimos el espectáculo mientras tenemos todo el cuerpo hundido. ¡Se nos hunde la balsa, se nos hunde la balsa! ¡Suelten todos lo que están haciendo cada quien a remar para salvar su esquina!

Así fue cuando empezamos a sufrir. No salían los artículos, no encontrábamos referencias, no ganábamos nada, mucho esfuerzo que empezamos sentir sin sentido, la banalidad de las redes sociales, cada quien con problemas más grandes fuera del grupo. Entendimos que el proyecto no podía convertirse en un obstáculo más en la balsa.

Una palabra: sinceridad. Comunicación, respeto y sinceridad nos hacen ser casi todo terreno. Decimos la verdad cuando no podemos cumplir, cuando no lo estamos logrando, cuando una tarea nos parece aburrida, cuando un compañero debe hacer un esfuerzo y sobre todo nos decimos cuando nos estamos ahogando.

3.- Amor

El sentimentalismo nos gobierna. Hallamos una foto de Cabrujas nunca antes vista y gritamos como fans enamoradas, encontramos datos sobre directoras venezolanas y hacemos un brindis. El corazón se nos acelera cuando nos contactan para donarnos material y lloramos cuando entramos a un museo. Esta pasión loca que tenemos al abrir una enciclopedia nos da risa y nos mantiene vivos.

Después de pasar meses investigando, redactando, inventando y organizando seguimos los astros a ver por donde está fluyendo la marea. Nos sinceramos y pedimos relevo o nos molestamos y reclamamos alguna injusticia que se escapa. Al final decimos “¡Ay, qué bonito salió esto!” u “¡Oh, qué sabroso fue escribir el artículo!”. En este punto es cuando gritamos nuestro lema “No al sufrimiento” y levantamos los brazos en X, no a la angustia y a la frustración de costumbre.

Al final, el grupo nunca se convierte en un peso, es la gaviota que se para en la balsa y sabe a dónde volar o cuando tocar tierra firme.

Al final solo queda amor.

Lee también: El recuerdo del futuro: Relato de un camino imaginado

En Instagram @elrecuerdodelfuturo.

Esta nota se publica en alianza entre El-Teatro.com y el proyecto El recuerdo del futuro, con el fin de promover el archivo y la memoria cultural de Venezuela. 

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