César y Cleopatra del dramaturgo irlandés George Bernard Shaw se presenta por primera vez en Venezuela. Este clásico teatral que se estrenó en Reino Unido revive en la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, Venezuela, con la dirección de José Tomás Angola y Eduardo Viloria y Díaz.
Este clásico muestra a dos de los personajes históricos más conocidos en el mundo. Y por ende uno de lo más representados en teatro, cine y en la literatura. Julio César y Cleopatra en teatro han sido interpretados por Laurence Olivier y Vivien Leigh en el St James’s. En Theatre de Londres y en Broadway en 1951. En 2001 la obra se repuso en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, España, en versión de Manuel Martínez Mediero, por mencionar algunas versiones.
La obra escrita hace 133 años toca temas universales los cuales no pierden vigencia. La política el poder, el amor, la pasión, la guerra y la muerte. Mostrando a los amantes, cómplices, aliados, devoradores de poder, hombre y mujer que se enfrentan e idolatran. El autor utilizó el mito-historia para exponer el enfrentamiento del dueño del imperio, César ya con más de sesenta años y la joven y reina Cleopatra de diecisiete años. Planteando a través de ellos, dos concepciones del poder y una visión del mundo. Una Cleopatra, sensual, impulsiva emotiva, sanguinaria contra un César racionalista, especulativo y desencantado. Es decir, dos maneras de enfrentar la vida, una de modo intuitivo y egoísta y otra desde la experiencia y el raciocinio.
Desaciertos en el espacio escénico
Esta versión de José Tomás Angola y Elizabeth Yrausquín de Postalian se mantiene fiel a la original. En cuanto a los cinco actos, el texto y la esencia de la obra. Sin embargo, la composición del ritmo escénico no logra una cronología dinámica de los acontecimientos. Sobre todo en los primeros actos y tiende a bajar la energía en las tres horas que dura la obra. La escenografía es muy escueta y minimalista, la cual no luce en la Sala Ríos Reyna, la sala “se la traga” por completo y no comunica al público la sensación de novedad o sorpresa propias de la obra de arte. No se logró crear el espacio dramático y que éste fuera parte integrante de la representación, limitando así la funcionalidad para la creación del clima necesario.
Igualmente el uso del espacio fue desaprovechado, dejando muchos espacios vacíos, limitando la temporalidad rítmica y por lo tanto generando desequilibrio. No hubo control del espacio, un sentido de la estética, del cuerpo y de su movimiento. No se sintió ese accionar de la realidad imaginaria con que el actor abastece al público permitiéndole así sentir su historia. El incluir al espacio escénico proyecciones audiovisuales de apoyo en algunos de los actos no ayudó a contar mejor la historia.
Elementos escénicos a resaltar
Un cambio importante y acertado a destacar es la música que es original de Alfonso López Chollet, quien incluyó en la orquestación cuerdas, vientos, metales y percusión, en la dirección de la Orquesta Sinfónica Venezuela en vivo. Además del músico Miguel Ángel Noya, quien interviene con la música electrónica. Evocando una atmósfera del Antiguo Egipto, con sonidos exóticos y que dan aire a una banda sonora.
En cuanto al vestuario diseñado por Elizabeth Yrausquín de Postalian, se vio muy vistoso, impecable y acorde con la pieza. Se muestra a una Cleopatra cuyo vestuario nada tiene de histórico, sino que recuerda a la silueta y diseño más al estilo Betty Page de los años 50. Como referencia también a la actriz Elizabeth Taylor cuando interpretó el mítico personaje en la película Cleopatra en 1963. Al utilizar vestidos largos y ceñidos, de una pieza, sujeto con dos tirantes, denominado Kalasiris.
También lució acomodadas, una especie de capa corta fina cubriendo los hombros utilizadas en algunas de las escenas, algo común en el Imperio Nuevo. En cuanto a César y los soldados romanos utilizaron túnicas con cinturón hasta la rodilla con pantalones cortos debajo de una falda militar, una especie de faldilla que se ajusta a la cintura ceñida con un cinturón de cuero. Asimismo algunos personajes usaron peluca postiza, que era común en el Antiguo Egipto. Otro elemento a destacar son las coreografías, las cuales aportaron misticismo y sensualidad, realizadas por Carolina Wolf y Luis Vicente González.
Aroldo Betancourt quien interpreta al dios Ra se destaca con su participación con una lujuriosa sencillez que cautiva y llena el escenario con pocos elementos en escena. Con un monólogo, que esta en el texto original como “alternativa al prólogo” en donde el dios egipcio Ra se dirige directamente al público haciendo una serie de revelaciones. Se nota con su interpretación y su corporalidad el dominio que tiene del espacio y su experiencia en las tablas.
Esta producción de La Máquina Teatro, la Fundación Asklepión, Teatro del Buen Paso, la Asociación Venezolana de Conciertos, el Centro de Artes Integradas, la Asociación Cultural del Colegio Emil Friedman, Aroldo Betancourt y la Fundación Teatro Teresa Carreño nos habla de una historia donde no hay ganadores. Pero el poder, ejercido despóticamente, cederá paso a una concepción intelectual del mundo encauzado por vías racionales.
