El pasado viernes 14 de noviembre, en el marco de la XVI Feria del Libro de Caracas que se celebró en los espacios de la Galería de Arte Nacional (GAN) con sede en Bellas Artes, Monte Ávila Editores organizó la presentación del libro Las Formas, obra de teatro escrita por Daniel Dannery Forero, ganadora en su renglón del premio de dramaturgia Las Formas del Fuego en su edición 2024.
La sala principal Gloría Martin, recibió al escritor, y a la presentadora Luisa Maymo, artista y periodista cultural, que durante los cuarenta y cinco minutos de presentación, propició un diálogo sobre los temas presentes en el texto dramático de Dannery.
Transcribimos para los lectores el interesante debate que, durante esos minutos, tomó de sorpresa y emocionó al público asistente de tal manera, que poco después el libro se agotó en los anaqueles de la aledaña nueva sede de las Librerías del Sur.
Presentación de Las formas de Daniel Dannery
(Esta transcripción suprime algunas repeticiones propias de la oralidad y también pasa por alto las erratas discursivas, buscando de esta manera entregar un texto limpio, pero testimonio fiel de las ideas expuestas en su momento).
Luisa Maymo: Buenos días, quiero también darles (el público asistente sorprende con sus aplausos)… bueno, aplausos, empezamos bien, con buena energía empezamos este viernes. Quiero darles la bienvenida a la Decimosexta Feria del Libro de Caracas. Para mí es un honor estar con ustedes y con este gran artista del teatro venezolano. Agradezco poder hablar de una obra de teatro y conversar en un espacio muy íntimo y cómplice en el que podemos adentrarnos en la obra.
Me presento, mi nombre es Luisa Maymo, para quienes no me conocen. Soy actriz, directora de teatro y en este momento me encuentro disfrutando muchísimo mi faceta como locutora, y estoy muy conmovida con esta invitación que me hace Daniel, porque Daniel es un verdadero hombre de teatro, definitivamente, y siento que viene escribiendo parte de los capítulos del teatro venezolano con una tinta muy fresca.
Alguien me decía en estos días, hablando de ti: “Daniel Dannery es un hombre adelantado a su tiempo». Alguien que te admira muchísimo y que ha compartido contigo me daba esa impresión, y estoy de acuerdo con eso. ¿Qué te parece?
Daniel Dannery: Me da miedo. (Ríe)
LM: Así que bueno, vamos a estar hoy conversando sobre esta obra, Las Formas, que considero es una obra que está enmarcada en el éxito, porque para quienes no saben, esta obra ha ganado el concurso Las Formas del Fuego. Teníamos aquí un debate si era 2024 o 2025, pero es el ganador del 2024. Daniel se lleva ese reconocimiento y gracias a eso podemos disfrutar de esta obra.
Yo quiero contarles cómo se me presentó esta obra. Fui a la Librería del Sur del Teatro Teresa Carreño con intención de comprarla, y llego a la librería y me muestran todas las obras que se habían publicado anteriormente; tenían la de Omar Vázquez Heredia, y yo estaba ansiosa porque al parecer no la encontraban. Se tardaron mucho buscándola, hasta que finalmente el muchacho, el encargado de la librería, me dice: “¡Es esta! ¡Aquí está!”.
Cuando abro este libro y comienzo a leer las primeras líneas, me encuentro con dos personajes que desde los primeros parlamentos tienen un ritmo increíble. Así que esta obra, a mi parecer, tiene un ritmo vertiginoso, y en el arte dramático el ritmo es súper importante. Eso es algo que ningún artista puede perder de foco, porque en el arte escénico el ritmo es lo que hace que el espectador —o en este caso el lector— se pueda quedar conectado con la pieza.
El ritmo puede distanciarnos; nos ha pasado a todos: de pronto vas a una obra de teatro y algo pasa con el ritmo y uno se desconecta. Pero esta obra en sí, por sí sola, tiene un ritmo tan vertiginoso que te atrapa desde el primer momento y te lleva a hacer ese viaje continuo. No es una obra que puedas detener en su lectura.
Contiene dos personajes difíciles de asimilar porque generan conflicto de entrada al lector: Pedro, de 54 años, y Diana, de 34. Ellos se encuentran en un espacio único durante toda la obra; es una obra de un solo acto.
Mientras reflexionaba un poco sobre el espacio escénico que plantea la obra, siento que le has hecho un favor a los productores, porque la obra se desarrolla dentro de un salón de clases, y al principio no sabemos qué relación tienen exactamente estos personajes. Es a partir de ese desconocimiento que se teje magistralmente el suspenso que te atrapa desde que comienzas a leerla.
Los personajes están tan bien escritos, son personajes muy sólidos, que de pronto sientes que lo que estás leyendo no es… pero sí es. No sé cómo explicarlo, pero es parte de ese suspenso.
De hecho, la obra, a medida que se va desarrollando, tiene muchos giros que son trascendentales, porque es una obra que tiene varios momentos de quiebre, y desde el principio ni te imaginas hacia dónde va. Hay esa necesidad de ir descubriéndolos y viviendo con ellos lo que se plantea. Yo no quiero contarles exactamente de qué va, porque la invitación es que ustedes mismos lo descubran y vivan los giros que realmente son muy, pero muy contundentes.
Además, siento que los personajes se vuelven un lugar común constantemente: en la forma de dialogar, en la forma en que se interrelacionan, en lo que cada uno nos va planteando.
Por ejemplo, el personaje de Diana comienza con muchísima fuerza. Nos presenta a una Diana, pero de pronto hace un giro donde la obra cobra otra dimensión, y Diana se te sale de la primera lectura. Yo decía: a la hora de interpretar a este personaje, qué difícil es para una actriz, porque las transiciones son muy marcadas y son muy fuertes. Es para un intérprete realmente con mucho bagaje, con mucha trayectoria, porque es un personaje exigente, y lo sientes desde la lectura; simplemente ya en las primeras líneas te das cuenta de la exigencia.
Y el personaje de Pedro es muy duro de digerir; un personaje en el que a veces sentía que estaba ahí Daniel, con ese humor, pero que realmente te va confrontando constantemente. Entonces, durante la obra tenemos la relación de estos dos personajes, en la que Diana se va transformando y va modificando totalmente a Pedro.
Y en esta modificación, en este viaje que hacen los dos personajes, también está un elemento clave: la comedia. Justamente en esa velocidad, en ese ritmo de los diálogos, hay un humor que me parece bastante delicado a la hora de interpretarlo, porque no es hacer una lectura plana o quedarse solamente con lo que está plasmado, sino encontrarle la vuelta a la comedia y a ese humor oscuro, que puede ser una comedia muy dolorosa justamente por la oscuridad que plantea el personaje de Pedro.
Es un llamado de atención a revisar la forma en que nosotros nos vamos relacionando. Es un personaje que está cargado de cierta violencia, esta violencia pasiva de la que quizás a veces nos hemos acostumbrado un poco, pero que el personaje te lo va mostrando constantemente y es un recordatorio justamente para no caer en eso. ella hace la contraparte para exaltar mucho más, hacer ese relieve y poder vivir dejándonos transformar porque el arte siempre está transformando, ¿no?
Otra cosa que me parece también importante destacar de esta obra y que lo viví es el tema de la responsabilidad.
La vida te dice que «todo es tu culpa, que todo lo que vives es porque eres así y cargas con eso»; se escucha algo bonito, escuchas que «todo es responsabilidad», «todo lo que traes tiene que ver contigo», «todo es un espejo», pero ¿hasta qué punto eso también puede ser cuestionable? Justamente esta obra lo plantea perfectamente y creo que es lo que ha hecho que me enamore de ella y por eso se llama las formas, es una obra que nos habla de cómo la forma del otro puede impactar en nuestras formas y construir nuestras formas sin dejar de ser quienes somos; nos vamos adaptando, nos vamos dejando llevar por lo que el entorno nos da, lo que el entorno nos presenta como válido, y terminamos siendo una extensión de eso sin cuestionarnos siquiera si nosotros somos eso.
Esta obra, si bien tiene estos dos personajes que son pedro y diana, hay un tercer personaje que es valiosísimo en la trama. Y justamente la presencia de ese personaje que no está en cuerpo es el que va modificando lo que va viviendo cada personaje y a su vez también modifica al lector, al espectador; es el personaje perfecto en el que nosotros nos podemos encontrar ante esta idea de cómo las formas del otro nos pueden modificar y transformar, y llevarnos a lugares muy oscuros y muy violentos; y entra otro juego, lo que es la familia, que también se debate en esta obra. Qué importante es que podamos revisar nuestra familia o quizás esas familias que se van haciendo alrededor de nosotros y cómo eso termina devorándonos. Si es el caso de las familias en las que se puede experimentar esa experiencia que evidentemente no es nada positiva, es lo que les pasa a estos personajes. Como la familia a veces se desconecta de nosotros y cada quien, dentro del nombre familiar, va viviendo su historia. Estamos dentro de la misma casa pero somos unos perfectos desconocidos. Y ese estado en el que desconozco al otro, desde una presencia ausente, es lo que hace que este tercer personaje que se llama santiago viva realmente el infierno que vive; es un personaje que en silencio atraviesa una historia muy dura.
Estamos hablando de un adolescente que, evidentemente, sí, desde su adolescencia ya transita esos caminos tan difíciles y tan espinosos, seguramente en el futuro se va a convertir en adulto y va a continuar siendo ese ser tan quebrado por dentro, en silencio. Entonces considero que esta obra es un llamado también a la reflexión, a estar atentos al otro; a veces el otro puede caer en una depresión, puede estar pasando por momentos difíciles y simplemente no nos damos cuenta, asumimos, y eso es un grave error. Creo que esta obra también nos lleva a la reflexión, en ese diálogo maravilloso que se da entre diana y pedro, donde se le exige a pedro que es importante que cuestione, que esté atento a lo que le está pasando a ese otro personaje; y caer en eso me parece el punto importante donde surge la idea de que el arte sí transforma, porque cuando la lees, en mi experiencia, me pasó que me liberé de muchísimas cosas al darme cuenta o al validar a través de ella cómo el otro sí me puede modificar. Es la posibilidad de cuando te das cuenta de empezar a construir tu propio camino, a transformarte y decir, bueno, ¿qué es mío y qué es del otro? Eso exige que hagas un trabajo muy profundo hacia tu interior para que puedas empezar a discernir, pero eso lo podemos hacer nosotros que somos adultos. ¿Qué pasa, sin embargo, con nuestros adolescentes? ¿Qué pasa con nuestros niños que no tienen la capacidad de hacer eso? ¿Hacia dónde se nos están yendo? ¿Por qué se pueden ir?
Realmente esta obra los invito a que la lean, que la disfruten; se lee rápidamente porque, justamente, el ritmo que tiene, el manejo del suspenso, hace que tú no puedas parar. Anoche me la estaba releyendo y dije: «qué bárbaro», porque el personaje te llama, son personajes que te van jalando, porque se te van a la imaginación y empiezas a darle toda esa corporalidad que es necesaria, que no siempre pasa cuando leemos. Estos personajes yo siento que piden a gritos salir de aquí, de este libro, estar en la escena, porque son tan humanos, son tan humanos, que necesitan de alguna manera terminar de existir a través del otro; no sé si me estoy explicando con esto, necesitan existir a través del otro y responder a esas preguntas que nos vamos haciendo todos, muy en silencio, de lo que es la violencia silente, y eso me asusta un poco. pedro en el primer momento lo va mostrando y estamos tan acostumbrados a normalizar eso que es una reestructuración cuando uno la lee.
Las formas entra al terreno de la educación conductista formal
LM: Aprovechando que estamos aquí y que estamos presentando esta obra, que todavía está atrapada, los invito a que disfruten de La cita (en su versión extendida), que es una obra que pronto estará en presentación. A través de esa obra pueden ustedes conocer cómo Daniel maneja el suspenso, que eso me parece interesantísimo porque no es cualquier suspenso: es un suspenso que, como les decía hace unos minutos, va haciendo cada vez más delgado el espacio entre el espectador y la obra. Es un suspenso que, bueno, si bien nos atrapa, pero jala. No es que te atrapa «me da curiosidad», sino que te absorbe. Es algo que tienes que vivirlo. Yo pude disfrutarla en los espacios del microteatro, y cuando te enfrentas a la obra de Daniel , sobre todo al suspenso y te dejas llevar, te consume, pero no para mal; te consume para bien, porque siempre te transforma. Y es algo que quería comentarles también y que va un poco de la mano, creo yo, de la estética que ha venido desarrollando Daniel , que puede ser a veces desafiante, oscura, perturbadora.
Creo que su dramaturgia es todo lo contrario, aunque apunta a algo oscuro, perverso, la veo muy luminosa porque justamente te confronta y te lleva a la puerta de salida, o sea, en temas cruciales, porque no son personajes que se te hacen distantes; pareciera que es uno mismo el que está hablando o alguien muy cercano a uno. Y eso a mí me hace fan, sinceramente, de la obra de Daniel ; y me genera preguntas, tengo muchísimas preguntas: ¿Cómo llegas tú a este texto? ¿Cómo te enfrentas de alguna manera a desafiar una idea? Que repito, a todos nos dicen que todo depende de uno mismo y que todo lo tiene que hacer uno mismo, pero esta obra nos muestra que sí, es posible que en la fuerza te construyas. Entonces, no sé si podemos hacer aquí un feedback, porque quisiera conocer un poco cómo fue este proceso creativo, cómo tú llegas a Las formas.
DD: Increíble. (Al público) ¿Verdad? Increíble, increíble. (Aplausos de los asistentes) Impresionante, o sea, agradezco mucho todo lo que has dicho porque me ha parecido sumamente lúcido, cabal, y que has dado aparte con puntos clave, que yo pocas veces he tenido la oportunidad de estar al lado de alguien que hable así tan bien, así que lo agradezco mucho. Monte Ávila Editores, por favor, atención. Bueno, el proceso creativo de esta obra es complicado. Fue un proceso lento, pero también verborreico. Fue un proceso de mucho replantear el propio argumento de la obra, para que los personajes llegaran a decir, de la manera como dicen. Había cosas que profundamente me interesaban y que me importan como ser humano, que quizás estaban demasiado sobreexpuestas en los diálogos y yo tuve que recogerme, incluso una de las primeras críticas que recibí cuando pasé el primer borrador fue que se nota que es un tema que te interesa pero apenas estás empezando.
Entonces claro, eso me llevó a replantear: ¿dónde pulir? ¿qué desecho y con qué me quedo? Para que realmente lo que me interesa hablar, que es justamente esta transferencia, esto virtual que está en lo más profundo del alma humana, que tiene que ver con el amor, con las formas en que nos relacionamos, con lo empático, con el sentido de pertenencia, se pueda transmitir y se pueda desarrollar como conflicto en un drama teatral.
Pasa que yo también tengo vocación docente, entonces me interesaba hablar también de la docencia, de todas las diatribas y de lo compleja que es la docencia. Yo no soy del todo un defensor de lo conductual, ¿no? Incluso como docente intento que el alumno, el estudiante, se encuentre y se halle a sí mismo en el trabajo, pero no desde una guía autoritaria que yo estoy ejerciendo sobre él. Me interesa más bien que él (el estudiante) vaya descubriendo por sí mismo cómo llegar, más que yo forzarlo a pensar o a decir que esto tiene que ser de cierta manera.
En ese sentido, entonces, también se pone en contraparte la propia educación moral familiar, que termina por también jalarnos de los cables y generar muchos conflictos para la vida y terminar por formarnos y por moldearnos de maneras que hacen que nosotros veamos la existencia de formas muy encajonadas y no realmente como debería ser para mí la vida: absolutamente libre, libre incluso de ideas, que en el fondo son constructos ficticios, ficcionales, porque yo voy más en la onda del paraíso de adán y eva, esta gente que está muy feliz y desnuda bajo la mata, comiéndose el mango. Y ya, chupando una pepa de mango de lo más feliz. Yo estoy más ahí. Y me gusta pensar más en eso. Más que en el terreno de las ideas, de lo que debe ser, de lo que no debe ser, de lo que es bueno, de lo que es malo. Ahí es donde está parado el terreno de la educación y de la educación familiar moral.
Eso está puesto en juego en el terreno de la educación conductista formal, que se plantea en un aula de clases, ya sea del bachillerato o en el universitario, donde, a través de las ideas de otros, tú vas formando tus propias ideas y te quedas atrapado en ese camino y piensas que las ideas del otro son las ideas del mundo. Y eso es lo que pasa con ellos dos como personajes. Pero luego está el personaje de santiago, que es el muchachito que tiene sus propias ideas…
LM: Total.
DD: …y que estamos viendo que son ideas bien turbias, que no sabemos de dónde han surgido, que nosotros podemos ver el reflejo de ese comportamiento en un padre cínico, porque ese humor proviene del propio cinismo del padre, de un hombre que… no se sabe mucho a sí mismo y tampoco sabe mucho de lo que le rodea. Para entender también el personaje en su momento específico, no comentaste algo que me parece importante, que es que él se está divorciando. Él arranca la obra y lo primero que sabemos es que está en pleno divorcio. O sea, que es un hombre cínico que está pasando por un mal momento de vida. Lo peor, ¿no? Lo peor. El peor ser humano que puedes encontrar en la vida en ese momento es él. Y al que le vienen a confrontar y a decir esto. «¿Tú crees que eso a mí me va a afectar en algo? Cuando tengo a todo el mundo que se me está cayendo encima, ahora tú me vas a decir esto a mí.» Lo peor, un hombre en negación absoluta.
LM: Eso quería decir, la negación que él tiene, porque en algún momento lo dice. Bueno, me divorcio porque yo estaba trabajando y no la atendí, tal cosa, por tal otra. Un personaje que en eso lo refleja muy bien: la desconexión personal y luego la desconexión con el entorno.
DD: Pero, entonces tienes a ese ser humano y tienes al hijo, tienes a Santiago, que sabemos que Santiago hace algo muy específico en el transcurso del drama que no queremos revelar para que vayan y lean la obra. Y uno dice ¿pero por qué Santiago se comporta así? Yo decía en la última presentación que estoy absolutamente convencido de que Santiago es así porque Santiago quiere ser así, porque las ideas de Santiago son esas, porque así como existe gente buena y existe gente mala existe gente como Santiago, que es gente cruel, ¿sabes? Yo estoy convencido de que es así, pero esa es mi tesis, esa es mi teoría, como en «We need to talk about Kevin», ¿sabes? Si creaste un psicópata, el psicópata es psicópata porque nació así.
Personajes en los polos opuestos
LM: Pero ¿no crees exactamente que el referente que él tiene es el padre?
DD: Pero es que tiene una profesora amorosa, es a lo que voy. Tanto exceso de amor también hace mal. Y a Santiago el exceso de amor ni lo toca. Es lo complejo del personaje. Y es lo complejo de esa tríada. Tienes a un hombre que está en un polo puesto, que es capaz de amar y de sentir amor, pero el cinismo no le permite entender eso. Tienes a una mujer que no le ha hecho nada al mundo, que simplemente ha tenido mala suerte. Y ahora, bueno, tiene que enfrentar esto, pero que es el amor en pasta. Y luego tienes a santiago, que no es ni lo uno ni lo otro. Que es un nuevo ser, que existe, que es real en nuestra realidad. Ese ser existe. ¿De dónde surge? Surge porque yo también creo en esa tesis de que el hombre es un lobo para el hombre. Y él es un lobo. Él forma parte de esa estirpe. Así como la profesora forma parte de la estirpe del amor y el hombre forma parte de la estirpe más clara de lo masculino en negación, de lo masculino apagado, de lo masculino no sensible, de lo masculino frío. Bueno, santiago está ahí, está en el infierno congelado de Dante. santiago es un cubo de hielo, en ese sentido.
LM: Bueno, fíjate qué osadía la mía, decirle al dramaturgo que no estoy de acuerdo con eso. Qué es lo maravilloso que tiene el teatro, que uno lo puede cuestionar y uno se puede tomar los personajes para uno. Yo voy a defender a santiago, yo difiero que santiago es un lobo de esa manada, yo creo que santiago ha sido influido por este padre que realmente tiene la vida hecha un desastre, y que él asume que es un desastre y él se sabe así, de hecho como se relaciona con sus clientes.
DD: Ni siquiera hay que leer entre líneas. diana dice en algún momento que la mirada de santiago es una mirada que nunca en su vida había visto, porque es una mirada vacía. ¿De dónde puede venir una mirada vacía? Tú puedes venir del lugar más amoroso del mundo y tener una mirada vacía…
LM: Pero yo considero que esa mirada vacía viene justamente de que santiago se va transformando en lo que es el padre, pero lo que no es él se desvía.
DD: El padre tiene una mirada así, tiene una mirada llena de odio por la mala leche que está pasando en su vida…
LM: Exactamente este es el padre, pero al dejarse impactar (santiago) por la energía, la presencia, la forma del padre, lo va desdibujando a él internamente, lo va haciendo que se pierda, -me dice que no- (señalando a daniel que niega con la cabeza), lo va haciendo que se pierda y lo hemos vivido. O sea, tal vez le estoy hablando, a veces, quizás de la experiencia, que cuando terminas absorbiendo la forma de otra persona, tú te pierdes, tú te desconectas y ahí nace esa mirada vacía.
DD: Hay algo interesante. Volvamos a los mundos internos, hay algo que tú expresaste también en la presentación que tiene que ver justamente con ¿cómo viven estas personas en esos mundos? En el caso de diana, ella está viviendo sus mundos internos exteriorizándolos. Solo que como espectador, nosotros vamos descubriéndolos paulatinamente, a través del suspenso que bien has dicho, está manejado a lo largo del drama, ella va exteriorizando sus emociones. En la medida que ella va descubriendo qué le está pasando, para que el otro lo sepa. pedro hace todo lo contrario. pedro, en la medida que se va enterando, va interiorizando y se va cerrando. O sea, que mientras pedro más sabe, nosotros menos sabemos qué está pensando pedro. Y por eso es un personaje complejo. Claro, la actriz que asume un personaje como el de diana es complejo porque es muy fácil caer en lo «over the top», como es una obra que está enmarcada dentro de lo melodramático, puede tener un actor, una actriz que se lo lleve al terreno de lo «melo melo melo» y ahí estamos en la Rosa de Guadalupe.
LM: Tal cual.
DD: Qué bueno es una opción, se puede.
LM: Anoche leyendo me decía, qué buen ejercicio para actrices, porque puedes trabajar justamente eso de las transiciones. Esta obra, cuando les hablaba del ritmo, tiene también un elemento: los silencios. Los silencios son determinantes en este texto, y los silencios son los que van generando la tensión y también es lo que considero va estrechando a los personajes. El silencio nos va absorbiendo el uno al otro y eso me parece importantísimo, porque son silencios que hay que tenerle mucho cuidado, porque en el silencio se te puede caer el ritmo. Si no tienes un silencio contenido, si no entiendes en el arte que los silencios son energía condensada en ese momento que se está comprimiendo para luego estallar, se te puede caer la obra. Y el actor puede perderse en eso.
DD: Por cierto que en la cita, el personaje dice que él es un absoluto amante del silencio. Personaje perverso.
La familia como sostén y abrigo de las sociedades
LM: Hay un elemento que quería preguntarte también, el tema de la familia. Para ti como creador a la hora de escribir, porque también vienes de presentar una obra que está ahí comenzando, que se llama La familia correcta…
DD: Sí, el tema de la familia es complejo, es un concepto complejo. Yo creo que la familia es sostén y es abrigo y es necesaria, sobre todo en sociedades matriarcales, lo familiar es necesario. Hay otro tipo de sociedades donde lo familiar no es tanto piedra de lanza; te tienes que ver tú mismo en la vida, ver cómo vas a hacer para salir adelante desde que tienes 5 años. Tú ves, sin padres, sin madres, sin nada, así que por eso, son términos que a mí siempre me generan mucho recelo por lo complejos que realmente son, vistos desde la lupa. Es muy fácil decir, ¡ah! aquí lo familiar es importantísimo por tal y tal razón, pero quizás no. En este caso, en las formas, está entredicho que el concepto de la familia no es del todo definitorio y no termina por forjar nada realmente. Para ella, diana, ella es una gran defensora de lo familiar y por eso se contrapone frente a un padre que está, pues, en una casa que se está cayendo. Él está en un derrumbamiento y ella está intentando interpelar a un hombre que la casa se le vino encima. Y santiago es simplemente un escombro más, ¿sabes? Es lo que ocurre.
Mientras ella está a su lado, desde su verdad, para ella lo familiar es importante, pero ella no está realmente entendiendo la verdad de él, porque es que ella está pasando por una tragedia, ¿sabes? Es trágico. Por eso es que no hay una solución real, porque los dos son trágicos a su manera, ¿me entiendes? O sea, los dos tienen verdades que son fuertes y que pueden ser definitorias, pero no lo son realmente.
Hay un hecho que es cruel y que uno puede ejercer un juicio moral porque sí; lo que pasó está mal, ¿no? Y puedes ejercer ese juicio moral, pero ¿lo puedes ejercer a través de la idea de lo familiar? Pareciera que no, porque si te pones a ver, pues hay choques de realidades y de verdades entre ambos. ¿Desde dónde puedes realmente ver el comportamiento de santiago y generar un juicio de valor? La justicia, en ese sentido, la justicia. Y ella, a su manera, desde su lugar, ella quiere justicia. Y ella obra. El final cierra con un acto de justicia virtual. No es un acto de justicia real. No es que va a ir preso, no, no, no. Es un acto de justicia metafísica… para ella. Ella va a dejar ir al padre, pero para ella, esa pequeña cosa que va a ser, es justicia. Para ella, lo cual habla también acerca de algo que es profundamente humano, porque a veces nosotros tomamos decisiones en nuestra vida que nos designan en nuestro camino y que son virtuales, que realmente no van dirigidos específicamente como palabras o dardos al otro. O sí, pero de manera virtual, porque no lo he dicho. Y eso nos puede, de alguna forma, redirigir nuestra conducta. Qué es lo que ella espera hacer al salir de ahí.
LM: Y justamente en este final, retomando el tema de la familia, me gusta mucho esta obra porque siento que hay el planteamiento de tres familias. Tenemos la visión un poco por encima de la familia de diana, la relación con la madre que está un poco, hay una pincelada de eso. Evidentemente, el grupo es una familia que conforma pedro, santiago y la esposa, la madre de santiago, y hay una tercera familia que se conforma, o debería conformarse. No vamos a decir qué es lo que pasa, pero ¿cómo lidia diana ese modelo de familia ahora?
La felicidad y el sufrimiento en Las formas
DD: Si piensas la obra a futuro, se te viene un nuevo problema: viene lo que solemos llamar la herencia. Y ahí es donde la cosa se pone fea, realmente. Porque, ¿qué va a hacer ese otro cuándo se entere de la verdad? Y siempre, yo siempre lo digo, la felicidad es una decisión. Así como el sufrimiento también es una decisión. Yo decido, yo decido qué hago, yo decido entregar mi vida a la venganza. O entrego mi vida a echarme bajo la mata de mango. Porque además es mi vida, es única y dura cinco minutos, déjame aprovecharla al máximo.
LM: (Al público) ¿Si ven todos los puntos que tiene esta obra? Hay que leerla porque de verdad son demasiadas cosas. Las lees y empiezas a hacer todas las preguntas que no te habías hecho y que te habías hecho, encuentras aquí las respuestas y te quedan esas dudas porque la obra puede continuar.
DD: Bueno, que ahí yo sí te doy la palabra y te agradezco mucho cuando dices que yo soy un hombre de teatro y yo creo que me ha costado mucho entenderlo. Pero también porque ya tengo cierta edad… Pero, hay algo que a mí me gusta del teatro y que he entendido es que hay una función primigenia en lo teatral que es la del foro. De generar preguntas, no de dar respuestas, sino de plantear, de que tú salgas debatiendo en tu cabeza cuál puede ser la posible solución. Y eso ya está generando que la mente esté trabajando y que la mente esté trabajando en función no solamente de ti mismo, sino de todos aquellos quienes te rodean.
Eso es para mí lo escénico fundamentalmente en el acto como espectador. Es lo que ocurría con los griegos, lo que ocurría en el theatron, lo que ibas a ver en medio del ritual: matar la cabra, el grito de la cabra, el canto, y Dios, y zeus, y no sé quién, y así es el comportamiento humano, y así nos comportamos de la peor manera posible. Y eso es lo que tiene que ocurrir y lo que tiene que seguir ocurriendo: que vayas a ver una obra de teatro y esta te haga pensar, te force a pensar, te saque del status quo, te remueva y digas, ¡diablos!, yo jamás en mi vida había pensado en esto. ¿Qué solución le pudiera dar yo? Y eso tiene cierta utilidad para componer cierta cosa del rompecabezas que es nuestra alma. Porque es lo que va de alguna forma a movilizar nuestra relación conmigo y con los demás.
LM: Así es, y como que aquí está (señala el libro) creo que esta obra enciende luces, no sé, ¿cómo lo ves tú? Toca, toca, toca, toca botones que te encienden cosas, te encienden alarmas, también te encienden luces y creo que de alguna manera también libera para el espectador. Yo tenía una pregunta mientras la estaba leyendo y decía… ¿Cómo hace daniel a la hora de escribir?
DD: ¿En qué sentido?
LM: Cuando te sientas a escribir una obra de teatro, ¿piensas en actores específicamente o simplemente te dejas llevar? Porque hay algunas personas que trabajan escribiendo en voces específicas y a partir de ahí surge la creación.
«Me interesa mucho que el diálogo tenga sonoridad»
DD: Bueno, me interesa mucho que el diálogo tenga cierta sonoridad, que vaya en consonancia con la emoción que rige el drama. No sé si eso se entiende. Cuando yo me siento a escribir, me siento a escribir con la intención de transmitir una emoción. Y para transmitir esa emoción, ella tiene que estar impregnada en la forma como los personajes dialogan entre sí y en lo que está pasando en ese momento o lo que va a pasar en escenario, en esa recreación, en esa suerte de ficción de vida que se tiene que generar en el espacio escénico. Creo que de alguna forma es un estilo, es un lenguaje en construcción y que se ha forjado quizás desde que estrené una pieza muy compleja que se llamó Las trenzas, que era una obra que exigía del espectador un compromiso absoluto de paciencia para hablar de la mente maltrecha, para hablar de psicosis, para hablar de delirios, para hablar de almas turbias.
Es una pieza que bebía del suicidio de mi padre y sobre eso yo construía todo un delirio y era una pesadilla realmente; la pieza, el espectador que entraba vivía una pesadilla, eras testigo de una pesadilla. Entonces, si te metías en la pesadilla ocurría algo que también has dicho acá que me ha parecido muy certero: que no es para meterte en un mundo de oscuridad sino para darte luces con relación a él. Hay luminosidad en el trabajo; es lo que se quiere. Lo que pasa es que la luminosidad no viene de un positivismo adictivo, viene de lugares turbios y viene de lugares negros, oscuros, porque bueno, si tú estás en un lugar oscuro, es el mejor lugar para ver un punto de luz y agarrarte de ello y decir: esto es lo que yo necesito. Entonces, el espectador vivía esa experiencia. Y había gente que salía realmente derrotada con ganas de irse a beber una botella vodka pura.
«Ya vengo, voy al bar.» Es lo que decían. Pasa ahora en menor medida con estos temas. Entonces, creo que sí. Creo que he partido de un macro-universo donde la emoción siempre está como el colchón necesario. Aquí (en las formas) se busca un poco todo lo que hemos hablado; se busca eso, transmitir esa necesidad de pensar en conceptos como lo familiar, como lo educativo. ¿Si realmente estamos haciendo el trabajo que tenemos que hacer desde casa, desde los espacios certeros como los salones de clase? ¿Esos son los espacios que realmente forjan el carácter y la personalidad del ser humano? ¿Son? ¿Podemos debatir sobre ellos? ¿Son certeros y completamente impermeables al 100%? ¿Hay que seguir limpiando, hay que seguir rastrillando? ¿Hay que cambiar, hay que renovar? Yo creo profundamente que los procesos educativos hoy por hoy tienen que renovarse, tienen que cambiar, porque estamos en el siglo XXI y todo ha cambiado. La forma como nos relacionamos, la forma como consumimos entretenimiento, y la educación también tiene que cambiar.
Creo que he partido de un macro-universo donde la emoción siempre está como el colchón necesario.
LM: Daniel es profesor de la Escuela de Artes de la UCV, justamente hablando de esto, ¿cómo ha sido tu experiencia después de la pandemia?
DD: Horrible, horrible. Justamente por eso, porque yo ya formo parte de una generación que no entiende la nueva generación que está llegando a la universidad, porque nos distancia veinte años y veinte años hace sesenta años no era nada. Veinte años en medio de una revolución tecnológica digital, lo es todo.
Ese muchacho que llegó con veinte años a la universidad no es el muchacho de veinte años que fui yo a la universidad. Porque esta persona se relaciona de otra manera completamente distinta con el mundo. Porque tiene esto (señala el teléfono celular) desde que nació y esto ha alterado todo, todo desde el lado más negativo.
Es la niñera hoy en día de los niños. Mira, te voy a contar una anécdota rápida para cerrar. Estaba por trabajo en un club en la guaira y estábamos sentados, íbamos a desayunar casi hora de almuerzo y de repente se sienta una familia al lado: que son padre y madre del señor y dos niñitos, y hay un niñito que desde que llegó estaba así (Hace el gesto de agachar la cabeza y jugar con el teléfono celular)… Yo les juro que pudo haber pasado treinta minutos con el niñito así. Estamos ahí hablando, hablando, hablando, hablando.
Nosotros terminamos de comer y de repente le llega el plato a la familia que está sentada y le ponen el plato al niñito. Y el niñito, como que de repente alza la cara y le pregunta al padre: ¿dónde estamos? Yo no estoy seguro si ese niño sabía siquiera haber salido de su casa. Él estaba escondido en esto (Gesto de la cabeza y el celular). Tú me vas a decir si realmente un niño de esas características, que se ha criado de esa manera, cuando cumpla veinte años y llegue a la universidad, es la misma persona que tú fuiste cuando tenías veinte años. Obviamente que no. Hay choques.
Creo que esto es todo. Gracias.
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Imágenes cortesía.



